Un Economista Del FMI Explica A Su Madre Las Monedas Digitales De Los Bancos Centrales
QUERIDA MAMÁ:
Espero que te encuentres bien cuando esta carta llegue a Italia. Qué suerte que te visitamos hace muy poco; ahora nos toca volver a vernos en pantalla durante unos meses. Y sin embargo, cuánto hemos avanzado desde los inmigrantes del siglo pasado, que solo podían escribir cartas y esperar que finalmente llegaran a destino. Pero mientras deshacía las maletas, encontré vestigios de la visita: billetes de euros que no usé en el viaje y que ahora son recuerdos de mi estancia. Ojalá enviártelos fuera tan fácil como llamarte. Y quizás esto sea posible dentro de poco tiempo.
Un día, el dinero que usas en el mercado podría ser reemplazado por una moneda digital del banco central. Sí, esas cosas en las que trabajo en el FMI, por las que siempre me preguntas y que nunca encuentro el momento de explicarte.
Sé que te gusta la seguridad del efectivo, la sensación de tener en la mano un billete nuevo. Te ayuda a controlar los gastos y te recuerda que somos parte de una unión monetaria con valores comunes y un compromiso con la estabilidad de precios.
Pero, ¿recuerdas aquella vez que te robaron la cartera? El efectivo no es muy seguro. Además, cuando la sucursal que tienes cerca de casa está cerrada, tienes que ir expresamente a sacar dinero al banco. Desde que empezó la pandemia, menos tiendas aceptan efectivo por cuestiones de salud. Incluso el pastelero nos hizo un favor el otro día, ¿te acuerdas? Pero quizá la próxima vez no tenga cambio para tu billete de 50 euros.
Me llamaste “el americano” cuando saqué la tarjeta. Y tienes razón, aquí solo uso tarjetas; ¡me resulta mucho más fácil pagar con ellas!.
Sin embargo no todo el mundo estará de acuerdo. Las personas que no tienen cuentas bancarias dependen del efectivo incluso más que tú. Si el efectivo desaparece, ¿qué pasará con ellas?.
Es posible que un día utilicen una moneda digital del banco central. Sería como una forma digital de efectivo que puedes guardar en el teléfono, en una aplicación llamada monedero digital, no muy distinta de la que usamos para enviarnos mensajes. En ese monedero puede haber dinero que transfieras desde tu cuenta bancaria o los saldos que te manden otras personas. En lugar de enviarte una foto por teléfono, podría mandarte esos euros que no gasté.
Bueno, eso si yo pudiera tener un monedero digital en euros. Probablemente tendría que registrarme para solicitarlo y presentar mi pasaporte y otros datos. No para que el Estado me espíe, sino para asegurarse de que el dinero no va a parar a quien no debe, por ejemplo, a un grupo terrorista. No, mamá, no te preocupes, que no conozco a ninguno. Aparte de a ti, ¿a quién iba a mandar dinero?.
En todo caso, estas cuestiones de privacidad son muy importantes. El efectivo permite mantener el anonimato. Si nos hubiéramos comido los pasteles en el camino de la pastelería a casa, nadie habría sabido que los compramos. Todavía no está claro en qué medida permitirán los países que los gastos con monedas digitales sean anónimos. Quizá pueda serlo la compra de un pastel, pero no la de un coche.
Es posible que cuando leas esto sonrías y pienses que me he dejado llevar, que todo esto no existirá más que en películas de ciencia ficción. Pero ahí te equivocas. Las Bahamas ya tienen una moneda digital del banco central. Y muchos otros países las están probando o investigando. Si quieres saber mi opinión, la cuestión no es saber si va a llegar, si no cuándo va a llegar.
Las ventajas potenciales son considerables. Algunos países quieren reducir los costos que genera el manejo de efectivo, especialmente cuando tienen territorios muy grandes o muchas islas. Otros aspiran a mejorar la inclusión financiera, para que las personas sin cuenta bancaria tengan acceso a un medio de pago cuando se reduzca el uso del efectivo. Para muchos, los pagos son el primer paso para acceder a otros servicios financieros, como las cuentas de ahorro y los préstamos.
A algunos bancos centrales les preocupa que sus sistemas de pago estén cada vez más dominados por un número reducido de empresas grandes, con frecuencia extranjeras. Así que su objetivo es ofrecer una alternativa nacional atractiva, que también serviría como respaldo y obligaría al sector privado a prestar servicios eficientes a un costo bajo.
Piensa también en la innovación; una nueva moneda digital puede ser como las computadoras personales o los teléfonos inteligentes, que impulsaría el desarrollo de nuevos e innovadores servicios y aplicaciones.
A pesar de esas ventajas, los bancos centrales están actuando con cautela, y eso está bien. Los pagos son importantes desde el punto de vista sistémico. No podemos permitirnos que fallen, que se bloqueen, que sufran ciberataques o que sean utilizados por delincuentes para blanquear dinero o financiar el terrorismo.
También hay otros riesgos. Quizás el más importante esté relacionado con el financiamiento bancario. ¿Qué pasaría si decidieras sacar tus ahorros del banco local y tener solo moneda digital del banco central? Ya sé que desde la última crisis recelas de los grandes bancos. Pero los bancos son importantes a fin de canalizar tus ahorros para financiar proyectos de otras personas. Quizá nuestro amigo pastelero necesite un préstamo para instalar un horno nuevo. Así que es importante encontrar fórmulas para limitar las retiradas grandes o repentinas de depósitos bancarios. Algunos bancos centrales podrían cobrar comisiones si se supera un determinado importe de moneda digital; ya veremos.
También podría ocurrir que la gente prefiera tener moneda digital emitida por un banco central extranjero, si la consideran más segura, más estable, o quizá más eficiente y fácil de usar. Esto supondría un problema para el sistema bancario nacional y para los bancos centrales que intentan manejar su economía mediante tasas de interés sobre activos en moneda nacional. Por lo tanto, los bancos centrales quizá tengan que encontrar formas de gestionar los flujos transfronterizos hacia y desde monedas digitales. Es un gran interrogante en el que todavía estamos trabajando.
Por último, la credibilidad de los bancos centrales podría estar en riesgo, y las exigencias que se les plantearían serían notables. ¿Te imaginas que un banco central se convirtiera en algo así como una empresa de software, que tuviera que mantenerse permanentemente al día de la evolución tecnológica y dar respuesta a las necesidades diversas y en rápida evolución de los usuarios?.
Por suerte, los bancos centrales no están solos en esto. El sector privado puede asociarse con ellos para ampliar la funcionalidad de las monedas digitales. Por ejemplo, una empresa privada podría permitirte enviar dinero a un número de teléfono de tu agenda de contactos (el tuyo, madre, es el primero de la mía), que esté vinculado tecnológicamente a una identidad de usuario verificada. Las empresas privadas también pueden diseñar los monederos digitales para que contengan monedas digitales oficiales, e incluso podrían crear las suyas propias, aunque plenamente respaldadas y supervisadas por el banco central (no como muchas de las criptomonedas que circulan por ahí).
Pero no te preocupes demasiado por esos detalles técnicos; de eso me encargo yo. Lo único que tú tienes que saber es que estás utilizando un medio de pago seguro, estable y eficiente.
Ahora ya sabes en qué ando metido y por qué estoy tan emocionado con mi trabajo. Sí, ya sé que insistirás en pagar el pastel la próxima vez que estemos juntos, ¡probablemente con un billete reluciente!
UN ABRAZO, Tommaso
TOMMASO MANCINI-GRIFFOLI es Jefe de División en el Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI.
Fuente del Artículo: IMF.ORG. Artículo escrito por Tommaso Mancini Griffoli
Fuente de la Imagen: La imagen de portada es <<IMF.ORG>>